ANALES
DE LA SOCIEDAD ERGOFTALMOLÓGICA ESPAÑOLA - (1-2) 1998
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CAPÍTULO 11
EMPLEO TERAPÉUTICO DEL COLOR EN LAS MANIFESTACIONES DEL
ESTRÉS VISUAL
El empleo del color para el tratamiento de ciertas enfermedades
tiene una larga historia no siempre avalada por el rigor científico.
Podemos recordar aquí el baño de luz de Otto (1901),
o el sintonizador que se hizo popular en Estados Unidos sobre la
base de una teoría optométrica según la cual
el desequilibrio del sistema nervioso autónomo se manifestaba
como una preponderancia simpática o parasimpática
y daba lugar a una tendencia a la exoforia o a la esoforia, respectivamente.
En la estela de estas ofertas terapéuticas se encuentran
muchas otras que carecen de respaldo científico, así
como una amplia información, también especulativa,
sobre los cristales de color, y que tiene su origen fundamentalmente
en intereses comerciales.
DISTORSIÓN PERCEPTUAL DEL TEXTO Y EFECTOS DEL COLOR
Aproximadamente el 8% de los varones padecen defectos de la visión
cromática, disfunción que puede incrementarse frente
a la pantalla del ordenador. Diferentes colores, especialmente los
altamente saturados y localizados en los extremos opuestos del espectro,
a veces parece que se sitúan en diferentes niveles de profundidad
en el plano, debido a la aberración cromática, lo
que puede inducir una sensación de fatiga ocular. Puede afectarse
el contraste simultáneo de color, la adaptación y
la percepción de pequeños objetos de color azul (<0,25
grados de ángulo visual) (Williams, MacLeod y Hayhoc,1981).
Frente a las excéntricas afirmaciones comentadas anteriormente,
Meares informó en 1980 de que sujetos disléxicos mejoraban
con el empleo de gafas con cristales coloreados. También
Irlen (1983, 1991) (84) informó que el color tenía
efectos beneficiosos en niños que padecían el cuadro
que ella bautizó como síndrome de sensibilidad escotópica,
puesto que lo atribuía a una sensibilidad anómala
de los bastones hoy por hoy sin confirmar. Las manifestaciones de
dicho síndrome, también conocido como síndrome
de Irlen, coinciden parcialmente con las de la fotofobia y las molestias
visuales, e Irlen observó que se atenuaban cuando la página
de texto tenía un color determinado, muy específico
para cada individuo.
Irlen propuso una gama de cristales coloreados y una técnica
personal para elegir y suministrar los cristales presuntamente adecuados
en cada caso. En la actualidad, el sistema se conoce como MRC System
for Precision Ophthalmic Tinting (Sistema MRC para el tintado de
precisión de lentes oftálmicas) y se basa en el empleo
de un colorímetro intuitivo desarrollado por Wilkins a partir
del modelo inicial de Burnham (1952). Este aparato utiliza un sistema
patentado de mezcla de colores que permite modificar de forma independiente
y continua los parámetros de tono y saturación manteniendo
constante el brillo (luminancia). De esta forma, puede determinarse
cuál es el color preciso que mejora los problemas de distorsión
perceptual y las molestias visuales. Una vez seleccionado el ajuste
cromático idóneo para el paciente (cromaticidad),
puede reproducirse con precisión combinando varias lentes
de prueba normalizadas, diseñadas para reducir la influencia
de la fuente de iluminación. El paciente prueba la combinación
de lentes que coincide con los datos de cromaticidad del colorímetro
y, en caso necesario, se afina el color hasta dar con el que mejor
aliviar los síntomas. La combinación definitiva sirve
para fabricar las lentes del color idóneo para el paciente.
El mismo proceso de colorimetría y tintado de precisión
se utiliza en la fabricación de láminas de plástico
transparente (MRC Intuitive Overlays) y lentes de contacto coloreadas
(ChromaGen) cuyo propósito es aliviar los problemas de lectura
(85).
Los resultados de los primeros estudios parecen prometedores, pero
la optometría comportamental es un terreno en el que resulta
particularmente difícil objetivar los datos y extraer conclusiones,
por lo que es prudente esperar a que el conjunto de resultados sea
más amplio y sólido. Los argumentos formulados por
Wilkins para suponer que las lentes coloreadas pueden ser eficaces
en la dislexia, la migraña y la epilepsia fotosensible son
los siguientes:
1. En los pacientes con epilepsia fotosensible existen muchos datos
que coinciden en confirmar que las convulsiones pueden desencadenarse
en el córtex visual.
2. En ocasiones, las convulsiones pueden desencadenarse por esquemas
listados cuyo carácter epileptógeno se limita a veces
a una gama de orientaciones.
Inferencia: el factor desencadenante puede estar muy localizado
en el córtex visual, afectando a una pequeña área
hiperexcitable con columnas de células cuya especificidad
de orientación es la adecuada.
3. Los estímulos visuales que desencadenan convulsiones
en pacientes con epilepsia fotosensible provocan en otros individuos
sensaciones de molestia visual o percepciones anómalas.
Inferencia: algunos de los efectos perceptuales se deben a una
propagación de la excitación por el córtex
visual suficiente para excitar las neuronas de forma inadecuada,
pero no lo bastante para causar convulsiones.
4. Los individuos con antecedentes personales o familiares de migraña
son especialmente propensos a las distorsiones perceptuales que
se observan en los estímulos visuales epileptógenos.
En las personas con aura visual lateralizada las distorsiones también
muestran preferencia lateral.
Inferencia: en estos individuos puede que el córtex visual
de uno o de ambos hemisferios sea hiperexcitable.
5. El texto tiene características espaciales que se asemejan
a las de los esquemas que causan estrés visual.
6. Leer puede causar efectos visuales anómalos, cefaleas
y epilepsia fotosensible.
7. Cubrir las líneas que no se están leyendo y dejar
a la vista sólo tres líneas reduce estos efectos adversos.
Inferencia: ciertas características espaciales del texto
lo convierte en generador de estrés visual, en particular
para los individuos con hiperexcitabilidad cortical.
8. Algunas neuronas corticales están sintonizadas para cierta
longitud de onda o cierto aspecto de color. Ninguna puede ser indiferente
a la distribución de la potencia espectral del estímulo
luminoso.
Inferencia: el color de la fuente de iluminación cambia
el patrón de excitación de la red cortical.
9. A la hora de elegir una luz coloreada para leer, los pacientes
migrañosos manifiestan una constancia en su elección
que no se da en los controles de la misma edad y sexo, y tienden
a evitar la luz roja.
10. Muchos individuos refieren que la distorsión disminuye
con cierto tipo de luz coloreada, distinta para cada individuo,
pero con tendencia a evitar el color rojo.
11. Entre estos individuos son frecuentes los antecedentes familiares
de migraña y las cefaleas.
12. Existen varios informes publicados hace varios años
y un estudio reciente en los que se destaca la eficacia de las lentes
(azuladas) que absorben la luz roja en el tratamiento de la epilepsia
fotosensible.
13. Los tintes de precisión (tanto azul como otros colores,
elegidos mediante el colorímetro intuitivo) reducen en ocasiones
la respuesta electroencefalográfica fotoconvulsiva a la luz
con flicker y a los esquemas listados.
14. También reducen las convulsiones en algunos pacientes.
Inferencia: el color que resulta terapéutico modifica el
patrón de excitación en áreas locales de hiperexcitabilidad.
15. Los patrones que causan convulsiones tienen características
que recuerdan a las propiedades de las células de la vía
magnocelular.
16. Es posible que los niños con problemas de lectura tengan
un trastorno de la vía magnocelular.
Inferencia: puede que exista una relación entre la disfunción
del sistema magnocelular y la sensibilidad a los esquemas estructurados.
NOTAS
Irlen H: Reading by the colors: overcoming dyslexia and other reading
disabilities through the Irlen method. Nueva York: Avery Publishing
Group; 1991.
Harris D y MacRow-Hill S: ChromaGen lenses for use in Dyslexia.
A comparative study with the Intuitive Colorimeter. Color vision
tested with Ishihara pseudo-isochromatic plates (ed. 1994) and the
Wilkins rate of reading test. Optometry Today 1999; 38: 15. 1-3.
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