Resumen de estudios realizados
y observaciones de los filtros haploscópicos ChromagenTM
como ayuda para dominar y controlar la dislexia. (Por Chaaban Zeidan
BSc, FCOptm, MSc CLM) a dominar y controlar la dislexia. (Por Chaaban
Zeidan BSc, FCOptm, MSc CLM)
Para muchos médicos, el término dislexia puede
seguir incluyéndose entre las competencias de los psicopedagogos
y no tanto entre las de los optometristas. Sin embargo, la dislexia
visual ha interesado durante muchos años a científicos
e investigadores, puesto que cualquier descubrimiento que resulte
de ayuda para esta discapacidad visual debe ser un logro gratificante
que no sólo ofrece satisfacción al médico,
sino que arroja otra luz en el oscuro mundo de los pacientes.
Se han realizado numerosos intentos para comprender a fondo
la dislexia. A pesar de los recursos utilizados para abordar
el fenómeno, en general siguen existiendo diversos problemas:
identificación de pacientes a una edad temprana, los
mejores métodos disponibles para ayudar a los pacientes,
formación de personal especializado en aptitudes de aprendizaje
específicas, financiación para el tiempo de enseñanza
adicional, integración en el plan de estudios escolar,
etc. De mis conversaciones con cerca de 300 padres de niños
disléxicos se desprende que éstos han recibido
escasa ayuda, salvo en los casos en que el niño ha sido
reconocido como disléxico (es decir, que un psicopedagogo
colegiado lo ha diagnosticado como disléxico). Se necesitan
muchos requisitos para que el niño sea admitido en este
club exclusivo, haciendo que el sistema sea frustrante y deprimente
para todos los implicados.
Mis experiencias con la dislexia visual se remontan a 1985,
con la utilización de algunos sencillos ejercicios ortópticos
para reforzar el ojo de referencia. Más adelante, a principios
de los 90, empecé a utilizar el sistema de superposición,
que mostró una sensible mejora en la velocidad de lectura.
No fue hasta 1997 cuando el creador de ChromagenTM, David
Harris, me mostró por primera vez estos filtros; Harris
fue el primero en utilizar el sistema, inicialmente para la
mejora de los pacientes con dificultad para distinguir los colores.
Después de utilizar el sistema ChromagenTM con este tipo
de pacientes y habiendo logrado un gran éxito, mi interés
se centró en la dislexia cuando prescribí los
filtros ChromagenTM a tres pacientes que, además de ser
daltónicos, también eran disléxicos. Para
mi sorpresa, los tres niños regresaron seis semanas después
para constatar que no sólo podían distinguir entre
colores y tonos, sino también leer y escribir con mayor
fluidez. Fue entonces cuando inicié una investigación
que ha conducido mi carrera profesional por nuevos derroteros.
Revisé mis registros de pacientes e inicialmente
recordé a 60 niños, todos ellos fueron confirmados
por un psicopedagogo como pacientes disléxicos. Se evaluó
la velocidad de lectura de los niños utilizando los filtros
haploscópicos ChromagenTM; primero en el ojo no dominante
con puntos de mira distantes y después con puntos de
mira cercanos.
A continuación, se utilizaron los filtros en el ojo
de referencia (dominante) realizando las mismas pruebas. Lo
que buscamos son signos de mejora en la velocidad de lectura,
la letra y la ortografía, utilizando los filtros ChromagenTM
correctos que según los pacientes les resultan útiles.
(Esta mejora puede no aparecer inmediatamente, pero debería
haber una mejora notable en un período de 4 a 6 semanas).
Una vez se han prescrito los filtros elegidos, se realiza
una revisión transcurridas seis semanas, y después
cada tres meses. Ver al paciente con esta frecuencia me ha permitido
registrar los resultados y, para sorpresa de muchos críticos,
a mi entender ha demostrado que ChromaGen ha logrado algunos
resultados notables en los pacientes con algún tipo de
problemas de lectura o dislexia.
Llegado a este punto, es importante comprender que el objetivo
del éxito puede ser en alguna fase un reflejo de las
maneras en que el paciente ha intentado mejorar su rendimiento
educativo y, por lo tanto, es imposible identificar que la terapia
era el único medio de mejora. No obstante, en mi opinión,
quienes más se beneficiaron fueron los pacientes que
utilizaron los filtros para acelerar su lento aprendizaje y,
como consecuencia, ahora los han combinado con otras técnicas
educativas y de aprendizaje, dando como resultado logros personales
satisfactorios.
Se ha recogido una significativa cantidad de ejemplos escritos
y se ha medido el porcentaje de errores, incluida la precisión
y la comprensión. En muchos casos, se ha observado que
el estilo de escritura ha mejorado significativamente con un
formato más legible.
Para investigar los patrones de lectura de los pacientes,
se les mostró una serie de frases antes de utilizar los
filtros ChromagenTM. Las respuestas iniciales fueron confusas.
Sin embargo, pronto se estableció un patrón basado
en las descripciones del texto por parte de los pacientes. Estos
pacientes afirmaron que el texto tenía una tendencia
a aparecer y desaparecer haciendo que reduciesen la velocidad
y vacilasen. Si se presionaba al paciente para ir más
rápido, se observó que éste utilizaba su
canal fónico y después formaba la palabra, es
decir, el paciente adopta su propia interpretación incorrecta
de las palabras y el lenguaje.
Se realizaron las mismas pruebas en los pacientes tres meses
después de la colocación inicial de los filtros.
Esto reveló mucha menos confusión por parte de
los pacientes cuando se les pedía que leyeran; de hecho,
se observó una considerable mejora en la velocidad de
lectura y también en la legibilidad de la palabra escrita.
Durante un período de 18 meses he explorado personalmente
mi propio sistema de diagnóstico adaptado a mi interpretación
de la dislexia. He colocado a 434 pacientes disléxicos
los filtros haploscópicos ChromagenTM, de los cuales un
91% afirmó tener éxito basándose en comparaciones
de la velocidad de lectura y aptitudes de escritura de antes
de utilizar las lentes y tres meses después de llevar
de forma continua las lentes ChromagenTM.
La medición del éxito de estos pacientes se
indica en una escala de 0 a 10 (0 significa ningún cambio
y 10 un cambio espectacular; la mejora en porcentaje se utiliza
de acuerdo con 1= 10%).
De los 434 pacientes se ha llegado a la siguiente conclusión:
casi el 99% informó de algún grado de éxito.
Más del 91% notificó una mejora superior al 45%
tras haberles aplicado la terapia durante un período
de 6 meses. Los resultados fueron los siguientes:
En mis observaciones, la totalidad de los 434 pacientes
mostraban algún tipo de características "estereotipo"
de una persona disléxica:
Negativismo, cambios de carácter, quejas, rivalidad
entre hermanos, malos hábitos alimenticios, timidez y
susceptibilidad, problemas de sueño, falta de coordinación,
escaso sentido de la orientación, problemas de integración.
Casi todos los pacientes estudiados han mostrado un coeficiente
de inteligencia superior a la media. Nos basta con echar una
ojeada a la historia para recordar personas excepcionales que
fueron conocidos disléxicos: Leonardo da Vinci, el escultor
Auguste Rodin, Thomas Edison, Napoleón, Winston Churchill
y el padre de la física, Albert Einstein, por nombrar
algunos.
Todos los pacientes implicados en mi trabajo confirmaron
que la identificación, el diagnóstico y el tratamiento
están a menudo relacionados con una disciplina específica,
ya sea neurológica, médica, psicológica
o educativa. También sabemos que la causa principal puede
ser un componente genético de tipo sexual: en la mayoría
de los casos la dislexia afecta a un 10-14 % de la población
y a 4 veces más chicos que chicas.
Casi el 98 % de los pacientes examinados se descubrieron
debido a algún fracaso académico o a la incapacidad
de mantener el ritmo de sus compañeros. Su conducta era
a menudo impredecible, inmadura e impulsiva. En algunos casos,
cuando se les sobreestimulaba, se volvían agresivos y
destructivos. En un intento por satisfacer las exigencias de
su trabajo académico, los disléxicos a menudo
se inventaban la historia o las palabras a partir de la imagen
del texto o a través de la pura imaginación basando
su intuición en la capacidad fónica.
Según mis cálculos, más del 86% de
los pacientes ya había intentado como mínimo un
método para intentar remediar sus bajas aptitudes de
aprendizaje y coordinación. Algunas de las técnicas
usadas recibieron escaso apoyo por parte de escuelas y profesores,
lo que a su vez hizo que algunos padres se cuestionasen la validez
de los métodos. Por lo tanto, es fundamental saber que
cada método usado para resolver la dislexia tendrá
sus ventajas e inconvenientes, y la implantación y el
éxito dependen en gran medida de su conveniencia y facilidad
de uso por parte tanto del médico como del paciente.
El éxito logrado con mi enfoque y utilización
de los filtros ChromagenTM se debe básicamente a dos factores
principales:
Sin embargo, es importante constatar que, aunque los filtros
ChromagenTM pueden resolver en gran medida la incapacidad, no
es una cura, sino tan sólo un sistema de control. El
profesor de niños con necesidades educativas especiales
sigue jugando un papel fundamental para ayudar al paciente en
sus aptitudes de aprendizaje en desarrollo. El hecho de que
no exista en la actualidad ninguna prueba clínica y psicológica
que confirme si el niño es un paciente disléxico
antes de los seis años, dificulta en gran medida la aceptación
de cualquier padre de que su hijo es atípico.
El patrón de personalidad que surge más adelante
crea una imagen estereotipada de un niño disléxico,
pero ¿cómo se puede convencer a un padre de que
su hijo puede sufrir dislexia cuando éste es excelente
en arte, matemáticas, etc.? Todavía es más
difícil cuando el niño tiene un coeficiente de
inteligencia por encima de la media.
La dislexia es de hecho una incapacidad, y se deben realizar
todos los esfuerzos oportunos para ayudar al paciente a superar
sus limitaciones; no importa lo pequeños que sean los
éxitos, cada paso cuenta. Por lo tanto, para comprender
la dislexia debemos aceptar que existe y que afecta negativamente
a la vida social, académica y psicología del paciente.
El Instituto de Dislexia, psicopedagogos, escuelas, padres
y, lo que es más importante, los pacientes han hecho mención
en reiteradas ocasiones del éxito de ChromagenTM
desde diciembre del 98, cuando empecé a utilizarlo en mi
consulta. Por ejemplo, Faye Austin, una niña de once años,
considerada en su momento por sus profesores una "niña
difícil y un fracaso" fue ganadora del concurso de
jóvenes escritores del año 98. Un niño de
13 años que se pasaba todo el recreo del almuerzo durante
3 años intentando recuperar el trabajo de clase ganó
el premio de lectura y escritura de la comarca de Crick. El niño
de 15 años que era incapaz de planificar su educación
superior debido a su confianza en las aptitudes especiales de
lectura y escritura, para informarle después de que sus
capacidades están ahora por encima de la media, ha dejado
de ser clasificado como disléxico. Estos son sólo
algunos de los pacientes tratados durante un período de
18 meses; mediante mi estudio del sistema ChromagenTM,
he podido ayudarles a recuperar su autoestima, y espero que también
una oportunidad para el futuro.