Doce niños disléxicos del País Vasco utilizan unas llamativas lentes que permiten leer y comprender «mejor» gracias a la tonalidad de los cristales / ADOLFO LORENTE / BILBAO
FILTROS
Los cristales de colores reajustan la velocidad de la luz que desde el ojo llega al cerebro. / IGNACIO PÉREZ
LENTES CHROMAGEN
Usuarios: Cerca de 500 jóvenes en España. En el País Vasco, 12. Empresa: Chromagen España. Domicilio: Villafranca del Castillo, Madrid. Teléfono: 91 815 2814. web: www.chromagen-spain.com
Precio: Las pruebas son gratuitas.
Las lentes, 460 euros +IVA. Premios: 'Producto del Milenio', otorgado por Tony Blair.
Si todo depende del color del cristal con que se mire, el de la dislexia ha adquirido las más diversas tonalidades. Desde octubre del pasado año, unas llamativas gafas con lentes de colores han cambiado la vida de doce jóvenes vascos cuyas mentes son incapaces de reconocer letras y números. El invento, exportado desde tierras inglesas y aprobado por el Ministerio de Sanidad, ha sido bautizado como lentes Chromagen. Inventadas en un principio para daltónicos -«también se aconsejan su uso a personas con esta dolencia»-, su coste asciende a 460 euros.
Como todas las historias, todo empezó cuando... Nicole y Bobby King, un matrimonio británico afincado en Madrid, decidió viajar a Londres para que su hija probara un revolucionario método contra la dislexia. Estaban desesperados. Allí, Ashley, una niña de nueve años que llegó a darse cabezazos contra la pared mientras gritaba «soy tonta», encontró unos filtros de colores que hacían que las palabras «dejaran de saltar y se pegaran al papel». ¿Demasiado sencillo? «Lo importante es que mi hija ha vuelto a sonreír», asegura Nicole, que ahora se ha convertido en responsable de la filial de Chromagen en España.
Pero, ¿qué es la dislexia? «Consiste en construir los pensamientos a través de imágenes en lugar de utilizar palabras». Las múltiples teorías existentes dicen que los disléxicos tienen gran dificultad para comprender lo que leen y su escritura, en general, suele ser descuidada, desordenada e incomprensible. Sin embargo, su coeficiente intelectual es similar e incluso superior al de un niño que no padece esta disfunción. En Euskadi, según los datos ofrecidos por el Gobierno vasco, 3.067 alumnos recibirán este curso ayuda específica de psicólogos y pedagogos. Según los expertos, este problema afecta a un 15% de la población escolar.
Moldear plastilina
Si cerca de 500 jóvenes llevan estas gafas en España, en el País Vasco viven doce. Markel Acha, de nueve años y vecino de Amurrio, es uno de ellos. «Al principio no quería llevarlas, le daba vergüenza. Ahora, no se las quita ni en el recreo», explica su madre. Esta familia, como suele ocurrir en la mayoría de los casos, descubrió el hallazgo gracias a una amiga que vio un reportaje en televisión. «Busqué en Internet -Chromagen España- y acudimos a Madrid». ¿El resultado? «Sólo sé que mi hijo aprobó todas las asignaturas y asimila los conceptos con mucha más rapidez», matiza.
La experiencia de Cristina, una niña madrileña de once años, es similar. Su madre, Begoña Aldecoa, socióloga y psicóloga clínica, recuerda cómo la autoestima de su hija «se ha fortalecido». Desde el verano pasado, Cristina observa la vida en tonos naranjas y rojos. «Mamá, ahora la gente me quiere más». «No hija mía -le contesta Begoña-, lo que pasa es que ahora estás más contenta y tu actitud es mucho mejor». Cristina ahora lee y comprende por sí sola, «algo que antes era impensable» sin la ayuda de sus padres. «Cada palabra que no entendía -matiza- la moldeábamos en plastilina para que su cerebro comprendiera lo que sus ojos estaban viendo».
Las pruebas para saber cuál es la combinación de colores que le corresponde a cada niño -azul claro, verde, amarillo, violeta, rosa, magenta y rojo- son similares a las realizadas en cualquier óptica para conocer la graduación de la vista. Ana María Pascual, especialista de Chromagen, precisa que cada color equivale a una frecuencia; es decir, los filtros «reajustan la velocidad de la luz que desde el ojo llega hasta el cerebro a través de los nervios magnocelulares -en los disléxicos son un 27% más pequeños- para que éste pueda interpretar sin distorsiones la información».
Estas gafas no son una «fórmula mágica» para eliminar la dislexia: esta disfunción no posee curación alguna, «sólo puede ser corregida». «Estas pruebas -asegura Nicole King- son gratuitas y el precio de las gafas se eleva a 460 euros».
«Cameloterapia»
Sin embargo, no todos los profesionales coinciden en la eficacia del nuevo método. Para Iñaki Elías, presidente del Colegio Oficial de Ópticos Optometristas de Vizcaya, estas lentes son un claro ejemplo de «'cameloterapia'». «No digo que no ayude a los niños a mejorar diversos aspectos -matiza-, pero en lo que refiere a los daltónicos es imposible que les ayude porque esta anomalía es hereditaria y la retina de un daltónico no es capaz de admitir el color».
En esta misma línea se sitúa Amaya Rivero, logopeda y delegada en el País Vasco de la Asociación Española de Logopedia, Foniatría y Audiología. Para Rivero, lo fundamental es trabajar con los niños desde la base a través de «un modelo de aprendizaje lector adecuado». «Es necesario abogar por la prevención -aclara-, en lugar de recurrir a tratamientos cientificamente dudosos».
|